Tuesday, October 17, 2006

AGATA NOIR IV

Desperté el computador de Henry pulsando el mouse. Cliquié la ventana de Outlook express. Revisé rápidamente los nombres de los remitentes. El nombre de Marianne no figuraba en ninguna parte. En medio de todos los mensajes, había uno solo que no parecía de índole artístico-laboral. Llevaba un punto interrogativo de urgente. Abogada Lou: “Inheritance issue”. Dudé si abrirlo o no, pero finalmente lo hice. “Señor Rocamadour”, leí le informo que aún no podrá ‘cerrar’ la cuenta de su mujer, ya que la persona debe figurar con presunción de muerte para tales fines. Como le expliqué en nuestra reunión pasada, la presunción de muerte se obtiene de manera automática al cabo de 7 años de desaparecida la persona, de lo contrario debe estar dispuesto a ir a la corte y mostrar evidencias que conduzcan hacia esa dirección”.
Me alejé de la pantalla sin saber qué pensar.
De golpe, apareció una voz anunciando You got new mail. Volví a acercarme al computador. Era de la abogada Lou. Sentí el corazón latirme arriba de la rodilla. Junto al tartamudeo, era otro de mis ticks nerviosos. Hice una prueba con un bulk mail de ofertas de suscripción a NY Times y luego de descubrir cómo volver a poner unread el mail, hice doble click sobre el mensaje, también con punto exclamativo. “El monto total de la cuenta de la señora Marianne Debord es 351.700 dólares. Elimine este mensaje inmediatamente” Me paré del escritorio a buscar más vino. Bebí media copa de un sorbo. Henry debía venir en camino. Mientras esperaba con impaciencia que el computador volviera a dormirse, di vueltas alrededor de un pilar del loft que se levantaba en la mitad del living. Recapitulé: Marianne no se comunicaba con Henry. Henry quería adueñarse de su dinero y para eso había contratado a una abogada.
Pero los enredos de plata no eran asunto mío. Lo que yo quería, era ubicar a Marianne. Revisé rápidamente un cúmulo de papeles, casi todo cuentas de la luz, informaciones de galerías de arte y solicitudes de becas. Lo único que encontré a su nombre fueron invitaciones nunca abiertas de conciertos de música en Julliard. ¡Tal vez alguien de la escuela sabía su paradero!
De pronto, escuché la llave hurgando torpemente en la cerradura de la puerta. Guardé uno de esos sobres de Julliard en mi bolso, apagué la luz y me recosté al lado de Elio, simulando ver lo que quedaba de Mary Poppins.

Me había propuesto cuidar a Elio hasta lograr mi objetivo y dos días después me sorprendí una vez más cruzando el puente de Williamsburg en mi bicicleta.. Durante mis horas de encierro, había olvidado completamente nuestro supuesto paseo a la playa con Marianne.
-Elio quiere ir a Coney island- le dije tartamudeando a Henry. Los de la ONU tenían razón: ante la mínima presión sicológica, mi lengua se movía al ritmo de mi corazón.
Con su tono francés, amable y a la vez cínico, me contestó:
-¿Ah bon? ¿Fue idea de él? –asentí-. Me parece genial que vayan, pero no tengo dinero para el acuario ni para los juegos.
Me pasó 15 dólares, y si no hubiera sido porque otro pensamiento ocupaba mi mente, le habría dicho que con esa plata apenas nos alcanzaba para unas hamburguesas en White Castle.
Tomamos la línea N del metro. Durante el trayecto Elio apoyó la cabeza sobre mis rodillas y se quedó dormido. Aproveché de revisar una tesis muy curiosa de un estudiante de psiquiatría llamada: “Instinto animal en el hombre post moderno: una vueltas hacia el primitivismo”.
Una vez en Coney Island, en lugar de irnos directamente a la playa, nos quedamos merodeando por el parque de diversiones.
No había un espacio neutro a la vista. Todo parecía exageradamente brillante y desproporcionado, desde los letreros de puestos de burgers, hot dogs, piña colada y choclo a la mexicana, hasta una mujer con un vestido de lunares rojos que bailaba twist a un costado de un bazar llamado Sweet dreams. El tiempo parecía avanzar al revés en Coney Island, y me gustaba. Nos quedamos mirando la montaña rusa de madera, a orillas del mar. Los antiguos rieles de me produjeron cierta nostalgia por algo no vivido y que sin embargo siempre pareció estar a punto de ocurrir.
-Quiero subirme- me tiró de la polera el pequeño Elio.
Esta vez, mi rol de baby sitter matasueños me obligó decirle que su papá no me había dado suficiente dinero. Le propuse gastarnos 5 dólares en dispararle a un mono inflable que decía Uncle Tom con una pistola de agua y el esto en comida chatarra.
Pasamos media hora intentando liquidar a nuestro enemigo. Fue entonces cuando vi la sombra de su sombrero dibujándose a la perfección en el pavimento asoleado. Al girarme hacia él, la sombra se achicó hasta desaparecer entre la multitud.
Con la excusa de que había llegado el momento de bañarnos, alejé a Elio de los juegos y me lo llevé a la playa.
Toda la fauna neoyorquina se concentraba en un mismo perímetro. Había ex presidarios con el cuerpo entero tatuado, portorriqueños destruidos por el crack que escuchaban regatón a todo volumen, obesos white trash cuyos picnic consistían en alitas de pollo con ketchup. Me fijé en una mujer-ballena de unos 50 años y sin dientes que le daba cucharadas de mantequilla de maní a quien imaginé era su hijo. En un momento dado, la mujer se guardó la cuchara entre los pechos, tomó al adolescente del cuello y lo besó en la boca.
Ubicamos nuestras toallas cerca de la orilla del mar, al lado de otros niños. Elio se puso a jugar con unas mellizas afro-americanas de traje de baños fucsias. Por suerte, se había olvidado de su mamá y nuestro supuesto encuentro en la playa.
-Quiero bañarme-me dijo saltando en un pie.
-Bueno, pero déjame arreglarte tu traje de baños. Lo tienes al revés.
-Pas de maillot de bains-aleteó con sus brazos. Le saqué el short hasta que quedó desnudo-. ¿Qué esperas? Vamos-me tiró de la mano.
Nos dimos un chapuzón en el agua turbia pero refrescante.
-Gracias por bañarte conmigo –me sonrió poniendo sus brazos alrededor de mi cuello.

6 Comments:

Blogger Daniel Rioseco said...

Hola como estas??
Estoy muy agradecido porque hayas tenido conciencia de mi existencia, eso me pone muy alegre, y se recuerda.
Estoy constantemente visitando tus dos blogs, pendiente si hay nuevas publicaciones, y es verdad, nos has tenido un poco botados a tus , me atrevería a llamar, fieles seguidores, pero bueno, entiendo que es poor una buena causa, la próxima novela.
De verdad, que me interesaría mucho establecer contacto contigo, para hacerte muchas preguntas acerca de la escritura, y de esa manera ir pulinedo mi diminuto talento.
Que estes bien, y de antemano, muchas gracias.
Pd: quizá sea arriesgado, pero vale la pena, mi mail: daniel_rioseco@yahoo.com

11:57 PM  
Blogger Rodolfo García said...

Coucou fifille!
Ça va?
J'ai pris un cours avec ton prof, marco de la parra, quel cinglé ce mec! Il est cool quand même...
T'es allée voir Calla au Bowery Ballroom finalement? j'espère que tu les aura pas raté, c'est un super groupe...
Allez Bises, et à bientôt---
As-tu jamais démonté la boite du cd pourri que j'ai gaté? Il y avait une bonne surprise à l'intérieur, mais il fallait enlever la partie noire.......
enfin.....
A+....elle est sexe cette scène avec la nana qui se fout la cuillère entre les seins et qui embrasse le gamin, bon, plus trash q sexe, en fait....Ça m'a beaucoup rappelé Kureishi...
Tchaaaoooo, all the best...:-)
r.

5:22 PM  
Blogger maks said...

2 blogs? No entiendo. Por que constantemente te alaban por tu otro blog? Hay gato encerrado... ¿o Agata encerrada? En fin, mi capacidad de detective es tan limitada como la de escribi comentarios en blogs ajenos. En cuanto a "Agata Noir IV", creo que la cagué al leer en desorden... asi que me sumé tarde a la historia, pero veremos como sigue. ¿Has ido ultimamente al cine? ¿algo recomendable?

7:53 PM  
Anonymous Anonymous said...

gracias por tu generosidad de compartir tus escritos, de verdad que son inspiradores... ya espero la próxima

11:36 AM  
Blogger viruxgirl said...

espero masssssssssssss

2:25 PM  
Blogger Pancho Ramírez said...

A Elio le igualo la cara al niñito de "El Resplandor" de K.(I don't know why)
Me parece muuuy atractivo el título de la tesis del estudiante de psiquiatría.
La historia me entretiene, me despierta y me envuelve.
El buen arte de la descripción es una virtud en tus relatos.
No quiero sonar a crítico literario con mis comentarios (pq no lo soy y pq me cargaría serlo), pero la historia me sugiere cosas imposibles de guardar.
Saludos, te leo pronto.

2:40 PM  

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